PICTÓRICAS PERCEPCIONES, SINGULARES REALIDADES ¿Puede considerarse el Realismo del siglo XXI como un resurgimiento de conceptos decimonónicos en cuanto al arte? La respuesta sería no, en referencia a la temática y a la captación por parte del pintor de la esencia más íntima de la forma o figura, tal como en su momento realizaron Courbert, o más cercano a nosotros Martí Alsina o Pedro Borrell, puesto que en el siglo XIX, este movimiento pretendía plasmar objetivamente la realidad, fuera cual fuera. José Maria Madrid Sanz (Madrid, 1957), es un impactante pintor madrileño que transmite a través de sus óleos cuestionarnos el origen de las obras que vemos ante nosotros, sobre si son fotografía o pintura. Ofrece un conjunto de piezas en las que huye del concepto expresado anteriormente, constituyendo una clara manifestación en contra de las veleidades de la moda conceptual, la abstracción o el informalismomatérico, de difícil comprensión hasta llegar al punto de incomunicación con el espectador, en aras de una evasión de la realidad, pudiéndose definir su obra como una preocupación estilística y el interés de mostrar el escenario de lo actual, entre lo irreal o extraño aunque exprese algo cotidiano y común. De formación autodidacta, arrancó su carrera pictórica en un momento clave – principios del siglo XXI- en el que, según el artista: “se empezó a producir una fuerte contestación a las vanguardias, a través del resurgir del realismo, en toda su extensión. Unos conceptos que, describen diversidad de estilos y temas, teniendo en común el retorno a la figuración y el deseo de romper barreras”. La obra de Madrid Sanz presenta un concepto del Realismo, donde a pesar de la precisión en su tratamiento, la idiosincrasia del tema tiene como finalidad no suscitar emociones sino, expresarlas, reivindicando el artista con su obra, el hecho de establecer tensiones espaciales sobre un lienzo plano, para desarrollar su propia teoría del color y del juego lumínico. El artista ofrece entornos y parajes agradables y habituales, algunos de contemplación plácida y serena, y otros donde la interrogación y la reflexión se hacen presentes. Tanto unos como otros gustan al espectador que admira su tratamiento técnico y la escena o situación expresadas en la obra, que además huyen claramente de los dictados de la crítica erudita, destinada a entelequias minoritarias, para abogar por una pintura nítida y transparente, que acerque al espectador al arte sin complicaciones. El Realismo de Madrid Sanz no está exento a veces, de difícil definición en lo que respecta a la actualidad de las artes plásticas; en general, puesto que la mayoría de sus trabajos (óleo sobre lienzo y en formatos pequeño, medio y grandes), el artista sólo alude a una cierta actitud frente a la realidad, en la que la plasmación de ésta no tiene que ser necesariamente copia o imitación, aunque sí ajustarse a una cierta visión generalizada. Cada una de las obras de Madrid Sanz pone al alcance del espectador, un elocuente diálogo entre la belleza y el color, con un excelente planteamiento estético, claro dominio de la composición y la estructura, y con una pincelada nítida, precisa, ágil, y con extremado cuidado en los detalles. El artista, cuyos orígenes en su niñez fueron en la acuarela es por lo que en sus trabajos al óleo, se mezclan veladuras y pinceladas muy poco grasas. La obra de Madrid Sanz crea realidades que hacen nacer y ejercer una experiencia plástica de enorme impacto, puesto que el detalle se emancipa de la propia materialidad, sustantividad y naturalidad. Como diría el propio artista: “Lo único que importa es la obra, lo demás es maquillaje”.