La obra de Godoy porta una carga visceral que se libera a través de cada título. A modo de descodificación, el enunciado abre una puerta de conexión sensible con el espectador. En ocasiones estos rótulos se refieren a cuestiones vitales y filosóficas sobre el pintor mismo, pero en otras, a alguien más. Por tanto, no solo existe un ejercicio de experimentación abstracta, sino también un referente sentimental, que, aunque no pueda ser corroborado plásticamente, sí establece un tipo de lazo con quien la observa y quien la hace. Se apela entonces más a la sensibilidad, que al conocimiento, que en parte es el sentido de la abstracción.