Lita Cabellut se crió en uno de los barrios marginales de Barcelona. Pasó su infancia pidiendo limosna entre la Boqueria y el Port Vell. Sus primeras pinturas eran retratos de proxenetas y prostitutas que había visto cuando era tan sólo una niña.
Abandonada por su madre, vivió ocho años en las calles y sobrevivía a base de pedir limosna. Lita Cabellut es la única española en la lista de los artistas más cotizados del mundo y sin embargo, en nuestro país nadie la conoce. Nadie habla de ella. Pero solo hay dos españoles que vendan más que Lita Cabellut en subastas de todo el mundo: Juan Muñoz y Miquel Barceló.
Después está ella, en el puesto 333, como la única mujer de nuestro país en ese ‘top 500’ de los artistas contemporáneos más cotizados del planeta. Los famosos Antonio López o Jaume Plensa ni siquiera aparecen en la lista que publica cada año Artprice, referencia en el mercado de subastas.
La familia a la que la niña fue dada en adopción la llevó de viaje a Madrid, y en el Museo del Prado Lita tuvo una de esas epifanías vocacionales tan frecuentes en temperamentos artísticos como el suyo. La pintora no ha parado de pintar desde entonces a los desarrapados de la sociedad hasta convertir sus obras en alegatos de humanidad, retratos de una fuerza desgarradora que dejan de una pieza. Rescatada de su particular Nilo, gracias a sus padres adoptivos Lita pudo estudiar en la prestigiosa Rietveld Academy de Amsterdam y cumplir aquello con lo que soñó cuando plantada ante un cuadro de Rubens exclamó: “Mamá, yo quiero pintar”
Cabellut reivindica la universalidad del arte, a través del cual describe la realidad de la condición humana. Visiblemente influida por artistas como Francisco de Goya o Francis Bacon (pintor), su universo creativo se aferra al compromiso y la preocupación por el ser humano, al que toma como objeto e introduce en la obra mediante una técnica en la que la importancia recae en captar la vivacidad de la piel, el órgano más externo que revela el paso del tiempo y las experiencias, aquel que desnuda la crudeza, la fuerza, el carácter y la angustia de los instantes más emotivos de su existencia.
Fascinación por Frida kahlo
Lita Cabellut muestra su gran fascinación por Frida, esta obra que hemos elegido para mostrar en nuestra Galería en este dia, Cabellut hace una indudable declaración de intenciones. Se adentra en lo más profundo del espíritu de Frida, la intensidad de los gestos, la movilidad e inmovilidad, la fuerte y marcada expresión. Es Frida de media cuerpo, como la diosa Flora y las manos sobre la cara frente a un poema: “Se trata de alegría, devoción y gracia”. Es Frida gestual, mirando al infinito. Una fantástica y atrevida obra que sin ninguna duda se ha convertido en una obra icónica de la artista.